“SON SACERDOTES, MONSEÑORES E ¡INCLUSIVE CARDENALES!”, ACUSA EL PADRE AMORTH.
El pasado 25 de febrero de 2010 el diario vaticano “Palazzo Apostolico“ publica esta interesantísima entrevista donde el Padre Gabriele Amorth reitera la denuncia que ya publicamos (El Padre Amorth coincide con el Padre Malachi Martin sobre la infiltración en la Iglesia: “Hay sectas satánicas en el Vaticano”) y efectúa nuevas revelaciones: ¿Satanistas en el Vaticano? “Sí, aún en el Vaticano hay miembros de sectas satánicas”. Y ¿quienes participan de ellas? “Se trata de sacerdotes o de simples laicos? “Son sacerdotes, monseñores e ¡inclusive cardenales!”. Discúlpeme, don Gabriele, pero ¿Ud. como lo sabe? “Lo se por las propias personas que me lo han podido referir porque han tenido modo de saberlo directamente. Y es algo “confesado” por muchas veces por el propio demonio bajo obediencia durante los exorcismos”. ¿El Papa está informado? “¡Por cierto que está informado! Pero hace lo que puede. Es algo escalofriante. Tenga en cuenta que Benedicto XVI es un Papa alemán, viene de una nación decididamente adversa a estas cosas. En Alemania de hecho casi no hay exorcistas, pero el Papa sí cree: he tenido ocasión de hablar con él tres veces, cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¡Sin duda cree! Y ha hablado explícitamente en público muchas veces. Nos ha recibido, como asociación de exorcistas y ha hecho un buen discurso dándonos ánimo y elogiando nuestro apostolado. Y no se olvide que del Diablo y del exorcismo ha hablado mucho Juan Pablo II”.
Ahora bien, ¿es verdad lo que decía Paulo VI: que el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia? “Es verdad, sobretodo porque inclusive en la Iglesia hay adeptos a las sectas satánicas. Este particular “humo de Satanás” lo ha mencionado Paulo VI el 29 de junio de 1972. Y como esta frase ha creado un enorme escándalo, el 15 de noviembre del mismo año 1972 dedicó todo un discurso de los miércoles al demonio, con frases muy duras. Ciertamente, rompió el hielo, levantó el manto de silencio y censura que venía desde hacía mucho tiempo, pero no ha logrado consecuencias prácticas. Se necesitaba alguien como yo, que no vale nada, para dar la voz de alarma, para lograr esas consecuencias prácticas”.
El P. Gabriele Amorth es uno de los grandes exorcistas en el nivel internacional. Desarrrolla su función en la propia ciudad de Roma. Sus memorias, recopiladas por Marco Tosatti en “El P. Amorth. Memorias de un Excorcista. Mi vida en lucha contra Satanás” (Piemme), son ante todo una denuncia ante la Iglesia que quiere hacer. Sobre la Iglesia y a sus obispos dice allí: “Tenemos muchísimos sacerdotes y muchos obispos que por sobre todo no creen en Satanás”. Y ahora: “Hay naciones enteras sin exorcistas: Alemania, Austria, Suiza, España, Portugal… Muchos obispos no creen ya en el demonio y llegan a decir a la gente de un modo directo: el infierno no existe, el demonio no existe. Sin embargo Jesús en el Evangelio habla mucho por lo cual podría decirse que ¡o no han leído el Evangelio o directamente no creen en Él”!
Muchos obispos no creen en el demonio. Y de hecho, la batalla del P. Amorth se desarrolla en dos frentes: contra el adversario de siempre y contra el silencio o la incredulidad del clero: “El Código de Derecho Canónico dice que los exorcistas deberán ser seleccionados de entre la flor del clero”, explica. Y, en lugar de esto, se hace de otra manera”. A menudo los mejores sacerdotes son destinados por los obispos a otros encargos. Y los pocos exorcistas que hay tienen poca experiencia. Debería ser al revés. Para todos debería ofrecerse lo que tuvo don Amorth: el cardenal Ugo Poletti lo destinó junto al P. Cándido Amantini, que hacía cuarenta años era exorcista de la Scala Santa. Dice don Amorth: “Fueron muchos los episodios que me relataba el P. Cándido. Un día un sacerdote le dice claramente que no creía nada de todo esto: demonio, exorcismo y cosas así.
El P. Cándido le respondió: venga una vez a asistir a uno. El P. Cándido relató que este sacerdote se presentó, con las manos en los bolsillos, con un aire casi de desprecio. En un cierto punto el demonio se volvió a él y le dijo: tú no crees en mí, pero las mujeres dicen que tú crees en las mujeres. El sacerdote, caminando de espaldas, completamene avergozado, ganó la puerta y se fue”.
Don Amorth recibe en su estudio a centenares de personas al año. De éstas, pocas están realmente poseídas. La mayor parte tiene simplemente graves problemas físicos o psiquátricos. Pero sí hay posesos. Se presentan a don Amorth para ser liberados. Lo hacen espontáneamente, aunque la “presencia” que está poseyendo su cuerpo hace todo lo posible para que el exorcismo no tenga lugar.
¿Como sobreviene una posesión? La mayor parte de la gente queda poseída despues de haber participado de un rito rito satánico o de una misa negra. Dice don Amorth: “la principal característica de las misas negras es el desprecio de la eucaristía. En la verdadera misa negra hay una mujer desnuda que está sobre el altar, que debe ser virgen, y es violada por el que oficia de “sacerdote” y luego por todos los demás y entonces, sucede de todo. Eso se transforma en un verdadero burdel. Por lo cual muchos asistentes a las misas negras van para el “después”, para el burdel”.
Don Amorth tiene un método –que a veces usa y otras no- para reconocer si la persona está verdaderamente poseída: el agua bendita. Nos habla recordando a una mujer que solicitaba ser exorcisada. Don Amorth no sabía si se trataba de una posesión verdaderamente. Así pues, preparó sobre una mesa dos vasos, uno con agua común y otro con agua bendita: Le ofrecí beber el agua común; me dio las gracias y bebió. Minutos después puse el vaso con agua bendita. La bebe, pero esta vez su aspecto cambió de golpe: de jovencita asustada a persona airada. Escandiendo las palabras con un timbre de voz bajo y fuerte, como si un hombre hablase dentro de ella me dice: ¿“Te crees astuto, sacerdote”? Entonces así empieza la oración del exorcismo y solo una hora después, completado el rito, sobreviene la liberación, en la iglesia”.
Ahora bien, ¿es verdad lo que decía Paulo VI: que el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia? “Es verdad, sobretodo porque inclusive en la Iglesia hay adeptos a las sectas satánicas. Este particular “humo de Satanás” lo ha mencionado Paulo VI el 29 de junio de 1972. Y como esta frase ha creado un enorme escándalo, el 15 de noviembre del mismo año 1972 dedicó todo un discurso de los miércoles al demonio, con frases muy duras. Ciertamente, rompió el hielo, levantó el manto de silencio y censura que venía desde hacía mucho tiempo, pero no ha logrado consecuencias prácticas. Se necesitaba alguien como yo, que no vale nada, para dar la voz de alarma, para lograr esas consecuencias prácticas”.
El P. Gabriele Amorth es uno de los grandes exorcistas en el nivel internacional. Desarrrolla su función en la propia ciudad de Roma. Sus memorias, recopiladas por Marco Tosatti en “El P. Amorth. Memorias de un Excorcista. Mi vida en lucha contra Satanás” (Piemme), son ante todo una denuncia ante la Iglesia que quiere hacer. Sobre la Iglesia y a sus obispos dice allí: “Tenemos muchísimos sacerdotes y muchos obispos que por sobre todo no creen en Satanás”. Y ahora: “Hay naciones enteras sin exorcistas: Alemania, Austria, Suiza, España, Portugal… Muchos obispos no creen ya en el demonio y llegan a decir a la gente de un modo directo: el infierno no existe, el demonio no existe. Sin embargo Jesús en el Evangelio habla mucho por lo cual podría decirse que ¡o no han leído el Evangelio o directamente no creen en Él”!
Muchos obispos no creen en el demonio. Y de hecho, la batalla del P. Amorth se desarrolla en dos frentes: contra el adversario de siempre y contra el silencio o la incredulidad del clero: “El Código de Derecho Canónico dice que los exorcistas deberán ser seleccionados de entre la flor del clero”, explica. Y, en lugar de esto, se hace de otra manera”. A menudo los mejores sacerdotes son destinados por los obispos a otros encargos. Y los pocos exorcistas que hay tienen poca experiencia. Debería ser al revés. Para todos debería ofrecerse lo que tuvo don Amorth: el cardenal Ugo Poletti lo destinó junto al P. Cándido Amantini, que hacía cuarenta años era exorcista de la Scala Santa. Dice don Amorth: “Fueron muchos los episodios que me relataba el P. Cándido. Un día un sacerdote le dice claramente que no creía nada de todo esto: demonio, exorcismo y cosas así.
El P. Cándido le respondió: venga una vez a asistir a uno. El P. Cándido relató que este sacerdote se presentó, con las manos en los bolsillos, con un aire casi de desprecio. En un cierto punto el demonio se volvió a él y le dijo: tú no crees en mí, pero las mujeres dicen que tú crees en las mujeres. El sacerdote, caminando de espaldas, completamene avergozado, ganó la puerta y se fue”.
Don Amorth recibe en su estudio a centenares de personas al año. De éstas, pocas están realmente poseídas. La mayor parte tiene simplemente graves problemas físicos o psiquátricos. Pero sí hay posesos. Se presentan a don Amorth para ser liberados. Lo hacen espontáneamente, aunque la “presencia” que está poseyendo su cuerpo hace todo lo posible para que el exorcismo no tenga lugar.
¿Como sobreviene una posesión? La mayor parte de la gente queda poseída despues de haber participado de un rito rito satánico o de una misa negra. Dice don Amorth: “la principal característica de las misas negras es el desprecio de la eucaristía. En la verdadera misa negra hay una mujer desnuda que está sobre el altar, que debe ser virgen, y es violada por el que oficia de “sacerdote” y luego por todos los demás y entonces, sucede de todo. Eso se transforma en un verdadero burdel. Por lo cual muchos asistentes a las misas negras van para el “después”, para el burdel”.
Don Amorth tiene un método –que a veces usa y otras no- para reconocer si la persona está verdaderamente poseída: el agua bendita. Nos habla recordando a una mujer que solicitaba ser exorcisada. Don Amorth no sabía si se trataba de una posesión verdaderamente. Así pues, preparó sobre una mesa dos vasos, uno con agua común y otro con agua bendita: Le ofrecí beber el agua común; me dio las gracias y bebió. Minutos después puse el vaso con agua bendita. La bebe, pero esta vez su aspecto cambió de golpe: de jovencita asustada a persona airada. Escandiendo las palabras con un timbre de voz bajo y fuerte, como si un hombre hablase dentro de ella me dice: ¿“Te crees astuto, sacerdote”? Entonces así empieza la oración del exorcismo y solo una hora después, completado el rito, sobreviene la liberación, en la iglesia”.
.
Autor: Paolo Rodari
--------------------------------------------------